Bebimos hasta deshacernos. Faltaba cada vez más tiempo hasta
mañana. El mundo se detenía y sin embargo sabíamos que íbamos a morir temprano,
nada más salir el sol.
Entonces dijiste: “No dejemos que llegue un nuevo día”.
Y como no podíamos parar el tiempo decidimos vendarnos los
ojos con lazos de colores. Pero el sol nos pilló de frente, aunque no fuéramos
capaces de verlo.
Lo que sucedió entre los dos se murió con la mañana, como se pudrieron las cien cervezas que adornaban el salón.
Genial Laura, genial :)
ResponderEliminarCosiña ;)
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